lunes, 13 de julio de 2009

La puerta se abre y me doy cuenta que una nueva noche fria me espera en la cuadra. Rompiendo espejos hechos de cristal empiezo a patear rapido, con mi ancho de espadas bajo la manga, para tratar de ganar algo de mi tiempo perdido. Las ganas de amar de nuevo me cruzan con el duende del arbol, que me llena del todo la ilusion de creer en lo que parecia imposible. Algunos pichones cargados de puñales se sienten lejos del cielo, y justo ahí, en la esquina donde brillan los fantasmas, tres gorras de azul y chapa reluciente les hacen saber que no somos nadie. Otro viento mejor al de ayer, trata de empujarme desde arriba para poder tener más tiempo de estar, mientras van apareciendo los invisibles que se la pasan jugando al teatro sin creer que morir fuera una posibilidad. Un monarca y el callejero de boedo se me acercan cuidadosamente y me hacen sentir la presion, esa que nos convierte en ahogados de razon cuando la fantasia y realidad nos pega en la cabeza demasiado fuerte con ese palo borracho en mano. Una milonga del rocanrol me llama desde cerca, esos que no volvieron mas y que en algun momento pense: ojala se los lleve el viento y no vuelvan mas. Me desatan el nudo y matan mi sed con un elixir no tan añejo pero bien agradecido. Desde arriba caen heridas cortantes, un vicioso, jugador y mujeriego trata de hacernos sentir presos en una realidad que no es la nuestra, y el camino al templo fue el mas buscado por todos a la hora de la libertad. Si me canse de chapotear en charcos, no fue por la lluvia, sino por la alegria que circulaba en mis venas al escuchar sonando rocanroles por primera vez tocados por CALLEJEROS.

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